domingo, 17 de enero de 2010

LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE Y SUS COMPONENTES COGNITIVOS Y SOCIALES.

La adquisición del lenguaje es un tema que ha generado muchos interrogantes en torno a las investigaciones sobre el origen de nuestro sistema lingüístico, algunos en torno a las teorías que buscan demostrar de manera clara y sólida resultados que, basados en nociones, planteamientos y conceptos fundamenten estos estudios. Uno de los principales interrogantes que las investigaciones intentan solucionar es aquel que establece al lenguaje como una destreza natural o una invención cultural; ambas ideas son aceptadas y, a lo largo de la historia han desarrollado múltiples planteamientos, iniciando con los filósofos nativistas, quienes soportan que el lenguaje es una facultad que nace con el hombre. Por su parte los filósofos empiristas surgen en contraposición al la teoría nativista y defienden la influencia del medio social sobre el lenguaje. Estas teorías denuncian la preocupación de las distintas ciencias, en especial la filosofía, por determinar los orígenes del lenguaje, no obstante con el desarrollo de investigaciones en diversos campos científicos (psicología, psicolingüística, antropología etc.) se ha logrado obtener argumentos mucho mas fuertes que soportan la concepción del lenguaje como un fenómeno cognitivo y social.
A continuación, se expondrán una serie de argumentos que sustentan la idea que la adquisición del lenguaje se inclina más a una destreza natural que a una invención cultural, ya que la influencia del contexto y el medio sociocultural para son determinantes directos para el desarrollo lingüístico del ser humano; es decir, que a través del contexto y la interacción con el mismo, es la forma como se va adquiriendo el lenguaje.
En primer lugar, decimos que la adquisición del lenguaje es un proceso psicológico del ser humano. Si hablamos de psicológico, es válido tener en cuenta que el proceso se genera en el hemisferio cerebral izquierdo, ya que éste es un analizador fundamentalmente secuencial, el cual actúa en la mayoría de personas (por no involucrar aquellas que nacen con problemas psicológicos y daños cerebrales) como el sustrato anatómico, fisiológico y biológico de la función lingüística. La función lingüística es el uso del lenguaje en el ser humano, reconociendo lenguaje como una facultad del hombre para comunicarse con sus similares, valiéndose de un sistema de signos el cual se haya conformado por conjunto secuencial de objetos lingüísticos y sus relaciones. Llamamos sustrato anatómico al hemisferio cerebral izquierdo porque durante el proceso evolutivo del ser humano, éste, de igual manera fue evolucionado y adecuándose a las exigencias del ser humano por conocer, nombrar y comunicar todas y cada una de las cosas nuevas que observaba en su entorno. Volviendo al carácter psicológico de la adquisición del lenguaje, es justo clarificar que es psicológico, debido a los procesos de pensamiento que se generan en el hemisferio cerebral izquierdo que, como ya sabemos, es el que arraiga la disposición lingüística del hombre. Dichos procesos se generan debido a las influencias del medio, desde el punto de vista físico y social, lo cual, estimula al individuo a presentar una serie de conductas que llevan implícita una necesidad, una necesidad de comunicación.
La psicología es una ciencia que de igual manera ha tratado de responder los interrogantes sobre la adquisición del lenguaje, entre ellas se destacan investigaciones a cerca del desarrollo lingüístico durante el ciclo de vida humano y las diferencias comunicativas entre el hombre y otras especies. Para nosotros es factible afirmar que quizás la diferencia entre humanos y animales se debe al proceso evolutivo que el hombre sufrió al compás del mundo y que lo dotó de muchas facultades que marcaron la pauta en diferencia con otras especies, entre muchas, la capacidad de raciocinio y la de comunicarse mediante un sistema articulado llamado lenguaje. Nosotros poseemos un lenguaje articulado con una estructura determinada, la cual permite comunicarnos a través del conocimiento común que tenemos todos de ese lenguaje. Los animales, por el contrario, dice Wittgenstain (1889): “Simplemente no emplean el lenguaje para comunicarse…” o mejor, no utilizan el lenguaje humano para comunicarse, lo que quiere decir que los animales si cuentan con un tipo de “lenguaje” que, por así decirlo permite la comunicación con aquellos de su misma especie animal. La diferencia radica en que el lenguaje humano tiene múltiples herramientas y diversos modos de empleo (oral, escrito, gestual etc.), de tal manera que no solamente su contraste con el “lenguaje” animal se manifiesta en una estructura inherente (sistema de signos articulados), formada por componentes fonéticos, morfológicos, semánticos etc. Sino también el tipo de práctica y el discurso, para la cual el estudio del contexto social y la situación comunicativa son importantes. Partiendo de esta idea, hemos considerado que la estructura mental que posee el ser humano no es suficiente para determinar el lenguaje como destreza natural. En la prehistoria, nuestros ancestros (los cro-magnon) tenían la vehemente necesidad de conocer el mundo, un conocimiento que, aunque subjetivo, pretendía ser total a cerca de los elementos del mundo. Por tal razón nace el lenguaje, como condición necesaria y suficiente para conocer y relacionarse con el mundo. El denominar objetos y darle significado dependía de la manera en que se utilizaban; esa característica se heredó genéticamente por medio de un proceso de selección natural y ha trascendido de generación en generación hasta nuestros días, pero si mediante un proceso de evolución el hombre logró establecer un lenguaje concreto, ¿qué incidencia tiene la evolución del mundo en esa facultad? Pues es mucha la incidencia que tiene la evolución del mundo ya que los procesos de selección natural conllevaron a que el ser humano se “adelantara” con respecto a otras especies, es más, el hombre es quien lo propicia con la necesidad de conocer y transformar. Por este hecho es pertinente involucrar el contexto sociocultural en el proceso de adquisición del lenguaje.
No basta con decir que el medio social y cultural influencia el proceso de adquisición del lenguaje para demostrar nuestra idea, de este modo es necesario verificarla a través de una teoría que valide con argumentos lo que hemos planteado. Para ello Emplearemos la teoría INTERACCIONISTA del Norteamericano Jerome Bruner (1988).
Jerome S. Bruner concilia en su teoría interaccionista las nociones de Piaget y Vigotsky. Jean Piaget (1976) considera que el leguaje está condicionado por el desarrollo de la inteligencia, es decir, necesita inteligencia para apropiarse del lenguaje; de igual forma plantea que la inteligencia inicia su desarrollo desde que el niño nace, antes que articule el habla, por lo que el niño aprende a hablar a medida que su desarrollo cognitivo alcanza el nivel concreto deseado. En pocas palabras, el pensamiento posibilita el lenguaje, así el ser humano no posee lenguaje sino que lo va adquiriendo poco a poco como parte de su desarrollo cognitivo. Del mismo modo Lev Vigotsky (1995), constuctivista social, fundamenta que la actividad mental está sujeta a la relación con el contexto social, lo que hace que exista una interrelación entre dichos procesos mentales y la influencia del contexto sociocultural en el que estos procesos se desarrollan. Vigotsky también destaca el papel fundamental del habla para la formación de los procesos mentales y destaca dos funciones: Comunicación externa y manipulación interna.
La comunicación externa es esa necesidad de interrelacionarnos con los demás. La manipulación interna es la concertación o diálogo mental que tenemos con nosotros mismos. Vigotsky establece el uso de los mismos códigos lingüísticos en el desarrollo de ambas actividades interindependientes, las cuales, en ocasiones llegan a coincidir.
Mediante estos dos planteamientos, Bruner (1988) diseña su propia teoría Interaccionista en la que expone el lenguaje como un constitutivo del desarrollo cognitivo, donde el lenguaje es lo cognitivo. Bruner explica que el niño está en constante transformación y su desarrollo se determina por los diferentes estímulos y agentes culturales, padres, maestros, amigos y demás personas que lo rodean y hacen parte del contexto social en el que se desenvuelve, donde el niño a través del contacto con experiencias socioculturales, permite los conocimientos previos. El niño conoce el mundo mediante estas experiencias (acciones que realiza) y luego lo hace por medio del lenguaje, dándose un proceso de representación mental:
ACCIÓN ↔ IMAGEN = LENGUAJE

De esta manera Bruner establece el contexto sociocultural en que el niño se desenvuelve como un “PUENTE COGNITIVO” entre los conocimientos previos y los conocimientos posteriores ya que promueve el uso del lenguaje a través de situaciones reales que generan una necesidad de conocer e interrelacionarse de manera comunicativa.
Esta articulación de teorías permitió a Bruner formular una teoría interaccionista que, para nosotros es pertinente en la medida que co-ayuda a aclarar el tema sobre la adquisición del lenguaje y los aspectos tratados inicialmente, como también logra explicar de manera detallada y argumentada el planteamiento de la evolución e incidencia del mundo o el contexto sociocultural en los procesos mentales que intervienen en la adquisición del lenguaje.

A manera de conclusión, hemos podido esclarecer que el lenguaje se inclina a un proceso de selección natural en el que la evolución tanto del hombre como del mundo es de gran incidencia para que este proceso se haya trasmitido de genéticamente, el cual se pudo explicar a través de los planteamiento teóricos de Piaget y Vigotsky, que se interrelacionan en la teoría Interaccionista de Jerome Bruner, la cual implica el desarrollo cognitivo del ser humano a un proceso complementario entre la mente y el contexto sociocultural. Así, también se ha explicado que de alguna forma el desarrollo cerebral del hombre permitió que el hemisferio cerebral izquierdo fuera ese sustrato biológico de la función lingüística, ya que debido a la característica particular con la estructura de nuestra lengua, que es de tipo secuencial, dicha porción de cerebro puede cumplir esa función. Finalmente entendemos que los animales si poseen un tipo de “lenguaje” que a diferencia del nuestro no se articula en sonidos ni palabras pero si cumple la misma función, comunicarse.

Por: S. Aldo Charris Pino

BIBLIOGRAFÍA.


Bruner, J. S. y Palacio J. (1988). Desarrollo Cognitivo y educación. Madrid: Morata.
Darwin, C. (1997) El origen de las especies. México: Editorial UNAM.
Piaget, J. (1976) El lenguaje y el pensamiento en el niño. Barcelona: Paidós.
Vigotsky, L. (1995) Pensamiento y lenguaje. Barcelona: Paidós.
Wittgenstein L. (1889). Tomado de Investigaciones filosóficas. México: Editorial UNAM, pp. 305 – 321.

LOS UNIVERSALES Y EL SIGNO LINGÜÍSTICO: UNA CUESTIÓN EPISTEMOLÓGICA DEL SER HUMANO.

Guillermo de Ockham. Suma de Lógica, capítulos 14 á 19, sobre los “universales”. Grupo Editorial Norma. Bogotá. 1994, pp. 63-87.


Abordar el texto de un filósofo como Guillermo de Ockham acerca de los universales, implica tratar un tema inquietante para la lingüística misma, pero aun más para la filosofía del lenguaje. El texto de Guillermo de Ockham que versa sobre los universales, analizado desde la perspectiva de la filosofía del lenguaje conlleva a examinar el signo lingüístico, sus tipos, sus funciones intrínsecamente en el leguaje como una cuestión epistemológica en el ser humano.
Desde otro punto de vista más general, la filosofía del lenguaje planteada por Guillermo de Ockham es una fuerte crítica a la filosofía medieval que se venía predicando, desde entonces la visión de Ockham estuvo siempre en contra de la escolástica del siglo XIII desarrollada por San agustín, Santo Tomas de Aquino, Duns Escoto y otros predecesores. Dicha crítica a la escolástica, abre un nuevo camino a la filosofía hacia una modernidad marcada por Guillermo de Ockham y su creencia en los universales; a pesar de que su tesis y su ya mencionada crítica a la escolástica le acarrearan problemas con la iglesia, el voluntarismo de Ockham asienta mucho más la omnipotencia divina de Dios.
Otro tema que criticaba a la escolástica puede encontrarse en su “Principio de Economía” donde se observa el espíritu de simplificación que irrumpe las ideas de Guillermo de Ockham. “Principio de economía” es una regla metodológica que reduce al máximo conceptos utilizados por la escolástica y que Ockham consideraba como innecesarios para la explicación total de la realidad. Este principio, también conocido como “Principio de Simplicidad del pensamiento” de una manera más sencilla plantea que no se deben aumentar las causas sin necesidad alguna, ya que siempre, la explicación más simple para un problema, será la más adecuada. De esta forma, Guillermo de Ockham logra establecer las bases del reduccionismo metodológico. De ese “Principio de Simplicidad”, parte una idea trascendente para la lingüística, como es el argumento de “La navaja de Ockham”; ya que éste tipo de razonamiento sería utilizado más tarde para revisar una Teoría de la sintaxis, de la gramática generativa de Chomsky que explica el problema de la adquisición del lenguaje a través de parámetros y principios que fueron minimizados debido a la inclusión del razonamiento de Ockham.

Encaminados en lo que fundamentalmente nos compete, lo tratado en “Suma de lógica” sobre la polémica existente al término “universal”. Antes de adoptar cualquier posición que apoye o contrarreste la tesis de Ockham, hay que dejar en claro que esto implica la situación del signo dentro de una cualidad metal del ser humano y su proceso de desarrollo en un pensamiento concreto inmediatamente en la realidad, esto es, en otras palabras, un signo mental para designar cualquier ente real. Ésta, es la base objetiva que prevalecerá en todo el tramo del texto.
Hablando particularmente del “universal”, dice Ockham que se trata de un término común predicable de muchos, diferente al término singular, opuesto al “universal”. Como es sabido, singular hace alusión a todo aquello que es predicable de uno y no de varios; claro, este no es el único modo el que se puede tomar singular. Singular también puede significar todo aquello que es uno y no varios, ni es por naturaleza signo de varios, sin embargo, a continuación veremos aunque suene incoherente, el “universal” es de naturaleza singular.
Si tomamos el “universal” y lo relacionamos con lo que ya hemos pactado en un primer modo “singular”, éste es una cualidad de la mente predicable de muchos, pero su naturaleza es singular, entonces ¿cómo algo que se refiere a muchos puede ser singular? Porque dentro del pensamiento o, lo que más adelante llamaremos intención del alma, es un universal y no varios, aunque se predique de varios. Es así como el “universal” es considerado como singular, de hecho por la intención del alma, ya que es una intención, una en número que denota significación de varias cosas fuera de ella.
Queda claro que cualquier “universal” es de naturaleza singular no por la significación, sino por la intención del alma que es una en número. Pero, ¿a qué nos referimos con intención del alma? Ockham se refiere a la intención del intelecto de significar una cosa concreta de la realidad, que al procesarse en el pensamiento se vuelva abstracta y es allí donde se acentúa el rótulo de “universal”, ya que ningún ente o sustancia fuera del alma es “universal”. Son formas que en el intelecto corresponde a disposiciones cognitivas del ser humano que basado en su conocimiento reconoce, significa y denomina, de tal manera que si el “universal” está sobre las bases del conocimiento del ser humano, toma forma lo que planteamos inicialmente como una cuestión epistemológica. Directamente la relación epistemológica del “universal” tiene que ver con el signo y los dos tipos de signos lo que Ockham denomina doble universal, universal natural y el universal por institución; los dos tipos de signos son el lingüístico y el extralingüístico, ambos son universales, uno por ser una intención del alma, el otro por ser una palabra para denotar predicamento de varios. De esta forma, los signos constituyen una parte epistemológica dentro del ser humano por ser referentes del conocimiento ya que, para que el ser humano reconozca un signo dentro de su intelecto debe haber pasado por un proceso de comprobación en sus estructuras de pensamiento. Podemos llevar esto al campo del “universal” y de los signos de la siguiente manera: el universal natural o signo extralingüístico constituye una estructura mental innata del ser humano por ejemplo, las nubes negras en el cielo son signo de una fuerte lluvia o la risa es signo de alegría como el llanto lo es de tristeza, para que esto suceda el ser humano ha debido pasar por un proceso generacional de significación que subyace luego en su conocimiento como facultad innata de reconocimiento de este tipo de signos. Del mismo modo sucede con el “universal” por institución o signo lingüístico. Conocemos que un signo lingüístico o “universal” por institución es una construcción social funcional dentro de cualquier sistema lingüístico; Ferdinand de Saussure lo define como la relación de un significado o concepto y una imagen acústica o significante. Charles Sanders Pierce habla de un significado como imagen mental, un significante como sustancia o el soporte material y agrega otra categoría, el referente, el cual, es el objeto real. De las dos anteriores concepciones nos identificamos con la de Pierce, ya que posee una estructura y una base mucho más completa para nuestra explicación a cerca del “universal”.
Tal parece que la concepción de Pierce sobre el signo está particularmente relacionada con lo que se quiere o quería expresar con relación al término “universal”, porque las categorías son típicamente las necesarias para explicar el proceso de intención, expresión y significación del “universal”. En primera instancia, Pierce denomina el significado como la imagen mental, en este caso sería el “universal” como intención del alma, abstraído dentro del pensamiento humano, identificado por una cualidad de conocimiento, coincidido de manera justa con lo planteado anteriormente, que el universal no es cosa alguna fuera del alma o de la intención intelectual del ser humano. Dos, el significante como soporte material o la sustancia, que también guarda relación con lo dicho, es la expresión de ese “universal” que deja de serlo al concretarse y convertirse en sustancia fuera del alma, fuera de la intencionalidad del intelecto. Y tres, el referente, el objeto como tal, que conlleva el proceso de reconocimiento intelectual del ser humano y relaciona las estructuras de pensamiento y el signo instituido por la sociedad. Para entender de manera más sencilla lo planteado, se propone el siguiente ejemplo: un perro, es el referente, constituido por categorías lingüísticas, fonológicas, morfológicas etc. La imagen mental o el significado es, dentro de la estructura de pensamiento humano o la intención del alma, un animal, peludo, de cuatro patas, de distintas razas (doberman, pastor alemán, gran danés etc.), distintos colores, idealizado intrínsecamente por el ser humano de a cuerdo a sus conocimientos y experiencias, corresponde al “universal” como intención del alma, una en número porque es una intención, es decir, es un perro y no varios aunque su significado sea global, sea general, sea “universal”. Y el significante o el soporte material es la concreción de esa idea general de “perro” que posee el ser humano que, deja de ser “universal” por ser material, por ser ya, concretamente, sustancia fuera del alma.

Por otro lado, los universales constituyen de manera esencial una categoría general dentro de cualquier lengua, digamos que son una propiedad compartida ya que todas las lenguas poseen rasgos fonéticos, fonológicos, morfológico; en este sentido establecen un tipo de taxonomía dentro del sistema lingüístico. También podemos decir, que toda lengua posee una estructura gramatical, como los verbos, los sustantivos, adverbios, tiempo, modo etc. Y que de igual forma son universales. Ockham dentro de su Filosofía del lenguaje reconoce 5 (cinco) “universales”, hombre, género, especie, cualidad y el mismo “universal”. Aunque existen muchos más (color, Dios, sistema, pueblo etc.) estos son los que básicamente resalta Ockham para aclarar la naturaleza del “universal” como tal.

A manera de conclusión podemos decir que, si el “universal” aparece en todas las lenguas examinadas como sea posible, adquiere su rasgo distintivo.
A través de la teoría de Guillermo de Ockham, hemos podido establecer la importancia que posee el “universal” para la lingüística no solo del idioma español sino también para cualquier lengua en el mundo, asimismo de su naturaleza singular la cual constituye la propiedad intrínseca del “universal”. Además de defender la cuestión epistemológica del “universal” a través de las diferentes concepciones de signo y denotar el proceso de reconocimiento que se da en las estructuras del pensamiento humano, se logró identificar la posición de Ockham en sus planteamientos y sus críticas, las cuales marcaron un pasaje para la filosofía moderna.








Por S. Aldo Charris Pino