domingo, 17 de enero de 2010

LOS UNIVERSALES Y EL SIGNO LINGÜÍSTICO: UNA CUESTIÓN EPISTEMOLÓGICA DEL SER HUMANO.

Guillermo de Ockham. Suma de Lógica, capítulos 14 á 19, sobre los “universales”. Grupo Editorial Norma. Bogotá. 1994, pp. 63-87.


Abordar el texto de un filósofo como Guillermo de Ockham acerca de los universales, implica tratar un tema inquietante para la lingüística misma, pero aun más para la filosofía del lenguaje. El texto de Guillermo de Ockham que versa sobre los universales, analizado desde la perspectiva de la filosofía del lenguaje conlleva a examinar el signo lingüístico, sus tipos, sus funciones intrínsecamente en el leguaje como una cuestión epistemológica en el ser humano.
Desde otro punto de vista más general, la filosofía del lenguaje planteada por Guillermo de Ockham es una fuerte crítica a la filosofía medieval que se venía predicando, desde entonces la visión de Ockham estuvo siempre en contra de la escolástica del siglo XIII desarrollada por San agustín, Santo Tomas de Aquino, Duns Escoto y otros predecesores. Dicha crítica a la escolástica, abre un nuevo camino a la filosofía hacia una modernidad marcada por Guillermo de Ockham y su creencia en los universales; a pesar de que su tesis y su ya mencionada crítica a la escolástica le acarrearan problemas con la iglesia, el voluntarismo de Ockham asienta mucho más la omnipotencia divina de Dios.
Otro tema que criticaba a la escolástica puede encontrarse en su “Principio de Economía” donde se observa el espíritu de simplificación que irrumpe las ideas de Guillermo de Ockham. “Principio de economía” es una regla metodológica que reduce al máximo conceptos utilizados por la escolástica y que Ockham consideraba como innecesarios para la explicación total de la realidad. Este principio, también conocido como “Principio de Simplicidad del pensamiento” de una manera más sencilla plantea que no se deben aumentar las causas sin necesidad alguna, ya que siempre, la explicación más simple para un problema, será la más adecuada. De esta forma, Guillermo de Ockham logra establecer las bases del reduccionismo metodológico. De ese “Principio de Simplicidad”, parte una idea trascendente para la lingüística, como es el argumento de “La navaja de Ockham”; ya que éste tipo de razonamiento sería utilizado más tarde para revisar una Teoría de la sintaxis, de la gramática generativa de Chomsky que explica el problema de la adquisición del lenguaje a través de parámetros y principios que fueron minimizados debido a la inclusión del razonamiento de Ockham.

Encaminados en lo que fundamentalmente nos compete, lo tratado en “Suma de lógica” sobre la polémica existente al término “universal”. Antes de adoptar cualquier posición que apoye o contrarreste la tesis de Ockham, hay que dejar en claro que esto implica la situación del signo dentro de una cualidad metal del ser humano y su proceso de desarrollo en un pensamiento concreto inmediatamente en la realidad, esto es, en otras palabras, un signo mental para designar cualquier ente real. Ésta, es la base objetiva que prevalecerá en todo el tramo del texto.
Hablando particularmente del “universal”, dice Ockham que se trata de un término común predicable de muchos, diferente al término singular, opuesto al “universal”. Como es sabido, singular hace alusión a todo aquello que es predicable de uno y no de varios; claro, este no es el único modo el que se puede tomar singular. Singular también puede significar todo aquello que es uno y no varios, ni es por naturaleza signo de varios, sin embargo, a continuación veremos aunque suene incoherente, el “universal” es de naturaleza singular.
Si tomamos el “universal” y lo relacionamos con lo que ya hemos pactado en un primer modo “singular”, éste es una cualidad de la mente predicable de muchos, pero su naturaleza es singular, entonces ¿cómo algo que se refiere a muchos puede ser singular? Porque dentro del pensamiento o, lo que más adelante llamaremos intención del alma, es un universal y no varios, aunque se predique de varios. Es así como el “universal” es considerado como singular, de hecho por la intención del alma, ya que es una intención, una en número que denota significación de varias cosas fuera de ella.
Queda claro que cualquier “universal” es de naturaleza singular no por la significación, sino por la intención del alma que es una en número. Pero, ¿a qué nos referimos con intención del alma? Ockham se refiere a la intención del intelecto de significar una cosa concreta de la realidad, que al procesarse en el pensamiento se vuelva abstracta y es allí donde se acentúa el rótulo de “universal”, ya que ningún ente o sustancia fuera del alma es “universal”. Son formas que en el intelecto corresponde a disposiciones cognitivas del ser humano que basado en su conocimiento reconoce, significa y denomina, de tal manera que si el “universal” está sobre las bases del conocimiento del ser humano, toma forma lo que planteamos inicialmente como una cuestión epistemológica. Directamente la relación epistemológica del “universal” tiene que ver con el signo y los dos tipos de signos lo que Ockham denomina doble universal, universal natural y el universal por institución; los dos tipos de signos son el lingüístico y el extralingüístico, ambos son universales, uno por ser una intención del alma, el otro por ser una palabra para denotar predicamento de varios. De esta forma, los signos constituyen una parte epistemológica dentro del ser humano por ser referentes del conocimiento ya que, para que el ser humano reconozca un signo dentro de su intelecto debe haber pasado por un proceso de comprobación en sus estructuras de pensamiento. Podemos llevar esto al campo del “universal” y de los signos de la siguiente manera: el universal natural o signo extralingüístico constituye una estructura mental innata del ser humano por ejemplo, las nubes negras en el cielo son signo de una fuerte lluvia o la risa es signo de alegría como el llanto lo es de tristeza, para que esto suceda el ser humano ha debido pasar por un proceso generacional de significación que subyace luego en su conocimiento como facultad innata de reconocimiento de este tipo de signos. Del mismo modo sucede con el “universal” por institución o signo lingüístico. Conocemos que un signo lingüístico o “universal” por institución es una construcción social funcional dentro de cualquier sistema lingüístico; Ferdinand de Saussure lo define como la relación de un significado o concepto y una imagen acústica o significante. Charles Sanders Pierce habla de un significado como imagen mental, un significante como sustancia o el soporte material y agrega otra categoría, el referente, el cual, es el objeto real. De las dos anteriores concepciones nos identificamos con la de Pierce, ya que posee una estructura y una base mucho más completa para nuestra explicación a cerca del “universal”.
Tal parece que la concepción de Pierce sobre el signo está particularmente relacionada con lo que se quiere o quería expresar con relación al término “universal”, porque las categorías son típicamente las necesarias para explicar el proceso de intención, expresión y significación del “universal”. En primera instancia, Pierce denomina el significado como la imagen mental, en este caso sería el “universal” como intención del alma, abstraído dentro del pensamiento humano, identificado por una cualidad de conocimiento, coincidido de manera justa con lo planteado anteriormente, que el universal no es cosa alguna fuera del alma o de la intención intelectual del ser humano. Dos, el significante como soporte material o la sustancia, que también guarda relación con lo dicho, es la expresión de ese “universal” que deja de serlo al concretarse y convertirse en sustancia fuera del alma, fuera de la intencionalidad del intelecto. Y tres, el referente, el objeto como tal, que conlleva el proceso de reconocimiento intelectual del ser humano y relaciona las estructuras de pensamiento y el signo instituido por la sociedad. Para entender de manera más sencilla lo planteado, se propone el siguiente ejemplo: un perro, es el referente, constituido por categorías lingüísticas, fonológicas, morfológicas etc. La imagen mental o el significado es, dentro de la estructura de pensamiento humano o la intención del alma, un animal, peludo, de cuatro patas, de distintas razas (doberman, pastor alemán, gran danés etc.), distintos colores, idealizado intrínsecamente por el ser humano de a cuerdo a sus conocimientos y experiencias, corresponde al “universal” como intención del alma, una en número porque es una intención, es decir, es un perro y no varios aunque su significado sea global, sea general, sea “universal”. Y el significante o el soporte material es la concreción de esa idea general de “perro” que posee el ser humano que, deja de ser “universal” por ser material, por ser ya, concretamente, sustancia fuera del alma.

Por otro lado, los universales constituyen de manera esencial una categoría general dentro de cualquier lengua, digamos que son una propiedad compartida ya que todas las lenguas poseen rasgos fonéticos, fonológicos, morfológico; en este sentido establecen un tipo de taxonomía dentro del sistema lingüístico. También podemos decir, que toda lengua posee una estructura gramatical, como los verbos, los sustantivos, adverbios, tiempo, modo etc. Y que de igual forma son universales. Ockham dentro de su Filosofía del lenguaje reconoce 5 (cinco) “universales”, hombre, género, especie, cualidad y el mismo “universal”. Aunque existen muchos más (color, Dios, sistema, pueblo etc.) estos son los que básicamente resalta Ockham para aclarar la naturaleza del “universal” como tal.

A manera de conclusión podemos decir que, si el “universal” aparece en todas las lenguas examinadas como sea posible, adquiere su rasgo distintivo.
A través de la teoría de Guillermo de Ockham, hemos podido establecer la importancia que posee el “universal” para la lingüística no solo del idioma español sino también para cualquier lengua en el mundo, asimismo de su naturaleza singular la cual constituye la propiedad intrínseca del “universal”. Además de defender la cuestión epistemológica del “universal” a través de las diferentes concepciones de signo y denotar el proceso de reconocimiento que se da en las estructuras del pensamiento humano, se logró identificar la posición de Ockham en sus planteamientos y sus críticas, las cuales marcaron un pasaje para la filosofía moderna.








Por S. Aldo Charris Pino

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